Jeff Bezos, Lauren Sánchez y el nomos del espacio
El nomos del espacio no puede imitar los registros y las aspiraciones del nomos de la Tierra que se propone destruir.
por Pola Oloixarac
En su último libro, Bruno Latour describe la clase social de los off world, el set de personas que ubican el futuro de la especie fuera del planeta, versus los que siguen atados al orbe sublunar, al nomos de la Tierra. El casamiento de los Bezos fue la primera fiesta off world, una presentación en sociedad del despegue de esta nueva clase social, sita con precisión en el borde liminar de las civilizaciones: Venecia. Entre la tierra y el mar, Venecia es la orilla de este mundo.
Como advierte Carl Schmitt, el imperio británico jamás llegó ni a un ápice del poderío económico y el control de las rutas marinas que desplegó el reino del Véneto en su apogeo; en palabras de este siglo, los ingleses simplemente ganaron la batalla cultural (tenían a Shakespeare de su lado). En efecto, la Serenísima es la ribera del mundo; el resto, el mare nostrum inconmensurable, es el espacio.
En su último libro, Bruno Latour describe la clase social de los off world, el set de personas que ubican el futuro de la especie fuera del planeta, versus los que siguen atados al orbe sublunar, al nomos de la Tierra.

“I love you, alive girl”, le escribió Jeff en una de las primeras dick pics que se filtraron a la prensa; las fotos eran tan subidas de tono que no salieron públicas. La historia está bastante documentada: Jeff había conocido a Muhammed Bin Salman, el mandamás ultrapoderoso de Arabia Saudita, en una cena en 2017, charlaron del cambio climático, habían pegado onda; empezaron a chatear y MBS le mandó un videíto encriptado a Bezos y le hackeó el teléfono. En octubre de 2018, reportero saudí Jamal Kashoggy fue asesinado y desmembrado en la embajada de Arabia Saudita en Estambul a instancias de MBS. Kashoggy era periodista del Washington Post, el periódico de Bezos, y el WaPo continuó investigando el caso, denunciando el escándalo de que un periodista fuera ejecutado en una embajada, la complicidad de Erdogan en el asunto, y publicando notas muy críticas del régimen de MBS y su ascenso al poder. El musulmán es un creyente fervoroso en la batalla cultural por la protección de la imagen: invierte millonadas en soft power, como tenerlo a Rafa Nadal de embajador de tenis de Arabia Saudita. MBS le pide a Bezos que pare; al mismo tiempo una agencia de noticias contacta a Bezos, le dice que tiene las fotos secretas de su affaire (ambos estaban casados). Jeff dice perfecto, publicalas. La que inaugura el escándalo es una foto de Lauren mordiendo un habano. Divorcio, millonada a la actual ex exposa, y ahora la boda que cierra el ciclo.
Tiene su encanto que MBS haya sido el celestino, el acelerador de esta unión. “Te amo, chica viva”, había escrito Jeff, “te lo mostraré con mi cuerpo, mis labios y mis ojos”, aunque lo que acompañaba esa frase era el retrato de su pene. MBS, iconoclasta por cultura y religión, creyó que a Jeff le importaba más su imagen y estaba dispuesto a hacer cosas para cuidarla, para mantener el secreto; Jeff le mostró que son hombres completamente diferentes. No porque sea un campeón del mundo libre (acaso lo sea, no lo sabemos aún) sino porque lo que pase en la mente de las personas no es su asunto. El punto de Amazon es hablar sólo con tus necesidades, o con tus ideas en torno a tus necesidades. Ni Bezos ni Amazon buscan representar causas nobles, las que interpelan la parte alta de la conciencia; la conciencia es bypassed.
Bezos tiene una máxima famosa para los negocios: minimize regret. Basa su toma de decisiones en minimizar el arrepentimiento. Su esposa es una muestra de esa filosofía de negocios: basta mirarla para entender que el arrepentimiento no es lo suyo. Parece incluso insistir en que es una mujer de apetitos explícitamente abiertos, algo que comunica cada vez que se deja caer por carpetas rojas, cenas de Estado o la reciente inauguración de Trump. Llevaba un traje blanco de McQueen escotado, y un corset de encaje, y Zuckerberg fue captado pispeándole el escote, en un video que se viralizó y le permitió a Zuckerberg relanzar su nueva imagen masculinizada, post-nerd, musculado y viril de Zuck chongo, más acorde a la era Trump.
¡Parece una puta!, exclamó Megyn Kelly, la Vivi Canosa boreal. Kouric le dijo mersa (tacky), y otras lloraron que su estilo es vulgar pero fundamentalmente porque le hace daño al planeta (una infumable de The Guardian). El escote es su dasein, su manera de estar en el mundo; es una mujer que desconoce la polera. Lauren no estaría imitando el comportamiento de la mujer de clase alta blanca; la queja es que no está disfrazada de mujer blanca rica. Lauren no hace el cosplay del old money, del nomos de la Tierra.
La historia está bastante documentada: Jeff había conocido a Muhammed Bin Salman, el mandamás ultrapoderoso de Arabia Saudita, en una cena en 2017, charlaron del cambio climático, habían pegado onda; empezaron a chatear y MBS le mandó un videíto encriptado a Bezos y le hackeó el teléfono.
En los días previos a la boda, las protestas generaron cotillón temático, como muñecos tamaño real de Bezos flotando en las aguas de la laguna. El mensaje más articulado era que Bezos debería pagar más impuestos. Una exhortación bastante nimia y filosóficamente derrotada, que, más que de una mentalidad de izquierda, parece provenir de un stakeholder capitalism, el capitalismo de la narrativa de las causas nobles, que hizo que a las grandes marcas, desde Walmart a Microsoft, les creciera una conciencia.
Lauren es consistente con su imagen: se viste como una cortesana, una demimondaine, las mujeres divertidas y sexuales que animaban la vida aristocrática de París antes del siglo XX. Es una Pompadour con la misma silueta de la Pompadour original: el pecho rebalsando, la cintura en un corset. Es una apuesta física esforzada, trabajosa, que requiere un equipo que la vista; como Lauren bromeaba mientras la vestían, breathing is overrated.
Si Megyn Canosa tiene razón y Lauren se viste como una puta, ¿por qué? No sólo porque le gusta, algo trivialmente verdadero, sino porque el sistema del gusto del mundo sublunar no se le aplica. Lo que entendemos por estilo está organizado en cosas que sí, cosas que no, ins y outs: afuera y adentro del mundo suborbital. Las que saben y lo imponen son las que heredaron la tierra. Sabemos por Bourdieu que la distinción es mucho más que una diferencia de clase: es una forma de cuidado y de distancia, basado en reglas donde están los verdaderos y luego los advenedizos, los parvenus, los que copian. En general, las nuevas fortunas hacen lo posible por conformar e imitar las reglas del nomos de la Tierra: el estilo old money es eso: imitar las condiciones del tiempo desplegándose sobre la materia, la fórmula física de la distinción. Lo que pasa con Lauren es que ignora por completo el nomos de la Tierra.
El nomos del Espacio no puede imitar los registros y las aspiraciones del nomos de la Tierra que se propone destruir. Esto es: las coordenadas que rigen las decisiones de Lauren no pueden ser las de la clase que vino a destronar. ¿Por qué una mujer off world atendería a los preceptos de la clase que viene a aniquilar?
Para Schmitt, el “nomos de la Tierra” es un principio ordenador fundamental vinculado con la toma y el control de zonas del planeta.
Para Schmitt, el “nomos de la Tierra” es un principio ordenador fundamental vinculado con la toma y el control de zonas del planeta. El nomos surge de una toma originaria de la tierra; es un orden jurídico-metafísico dictado por la posesión de la tierra. Lo que entendemos por buen gusto es la afloración estética de esa toma de la tierra primordial, y el estilo old money es su excrecencia más explícita. El estilo old money es otra manera de jerarquizar y fetichizar esa capacidad de retener tierra durante siglos, que hace a la riqueza antigua. Que las masas en las redes celebren el old money es absolutamente espectacular, como quien aplaude el estilo de la opresión.
Lo que llaman vulgaridad en LSB es en rigor un código de pertenencia anti ethos de la mujer conservadora old money, que Lauren comparte con las Kardashians
Las reglas del nomos de la Tierra no se le aplican a Lauren por partida doble: porque es off world, y porque su abuela limpiaba casas. Salía de la casa con su abuela a las 6 de la mañana porque su mamá trabajaba todo el día, entonces ella acompañaba a la abuela a sus trabajos. Bezos es hijo de una mamá luchona adolescente, Jackie; llevaba a Jeff bebé a la escuela nocturna mientras terminaba el colegio. Su padre biológico nunca figuró demasiado, y se separaron cuando Jeff tenía un año y unos meses. Unos años después conocería a Miguel Angel Bezos, refugiado cubano que había llegado solo a Estados Unidos a los 16 con un pasaporte y tres mudas de ropa. Después de pasar tres semanas en un campo de refugiados en Florida, lo mandaron a Wilmington, Delaware, a terminar el colegio. No hablaba una palabra inglés; en poco tiempo, consigue una beca de estudios por su buen desempeño en Albuquerque, New México. Los recién casados bromean que ambos vienen de la misma manzana en Albuquerque.
Lo demure en Lauren es no hacer alarde de su alfa y su omega, de su comienzo y a donde llegó, una batalla que empezó incluso antes de que ella naciera. Lauren puede fungir de puta pero lo que sería realmente obsceno sería que insista sobre su origen de latina proletaria.
Lo que llaman vulgaridad en LSB es en rigor un código de pertenencia anti ethos de la mujer conservadora old money, que Lauren comparte con las Kardashians. Deténgamonos un instante, Kim no se puede poner una remera blanca y un jean; necesita combatir el terror de que la gente pueda no distinguirla de una cajera del super, de una trabajadora blue collar más. El estilo de Kim, en cambio, nos recuerda histéricamente la permanencia de sus assets, monetarios y materiales, en forma de logos (Balenciaga) y bios (la cintura de avispa, el cuerpo voluminizado, etc). Su bios es un catálogo de inversiones, un listado pormenorizado de amenities; la separación entre los muslos es un feature, como una piscina o un gimnasio en un pozo de inversión. Las Kardashians lo están dando todo a cada segundo, es agobiante verlas. Es el cuerpo recién llegado al capital que lo vuelve un capital en sí mismo, la recursividad de las curvas; les permiten a las personas que no tienen el nomos de la Tierra grabado en el cuerpo acceder al cálido núcleo de la gratificación social.
Con sus corsets que no dejan respirar y sus tetas en bandeja, Lauren sigue esforzándose. Es algo que tienen en común los reyes de antaño y las space trolas. La mezcla de que no le importa nada y de que a la vez sigue dándolo todo, sigue siendo una inmigrante. De un planeta a otro, que todavía no tiene nombre.
Bezos tiene una máxima famosa para los negocios: minimize regret. Basa su toma de decisiones en minimizar el arrepentimiento. Su esposa es una muestra de esa filosofía de negocios: basta mirarla para entender que el arrepentimiento no es lo suyo