Manifiesto tecnopolítico

Estamos viviendo una transformación del mundo que produce una profunda vacilación de todas las certezas. Esta vacilación se manifiesta en dos procesos: la aceleración que la mediación técnica produce de todos los órdenes de la vida y la crisis ambiental antropogénica, que destituye la naturaleza como telón de fondo y la vuelve inestable. Ambos procesos exigen soluciones, al menos inicialmente, tecnológicas. No sorprende que, en este marco, la política venga sufriendo un proceso de vertiginosa transformación, que exigirá reformular sus vocabularios y prácticas. Seremos contemporáneos de nuestra época si somos capaces de inventar esta política.

por Emmanuel Biset, Flavia Costa y Javier Blanco

La invención política supone siempre la articulación de la herencia de una tradición y la imaginación de futuros. Particularmente, de aquella tradición hecha a fuerza de mezclas, extinciones, cocoliches e hibridaciones que logremos convertir en nuestra. Sólo será posible alojar una nueva política si somos capaces de afirmarnos crítica y amorosamente sobre aquellas tradiciones de pensamiento radical sobre la forma de vida, la tecnología y la ecología que se han tejido en Latinoamérica. Sólo existirán futuros abiertos si activamos una imaginación a la altura del presente. Heredar aquellas tradiciones que enseñan que la naturaleza y el ambiente no son recursos, y que la innovación y la tecnología no son meras herramientas de las decisiones políticas, sino que definen sus propias políticas. Abrir la imaginación de múltiples futuros que restituyan la posibilidad de un mundo deseable. Para ello, es necesario pensar la concurrencia siempre tensa de política, naturaleza y tecnología.

Definir el mundo

1. Asistimos a una gran transformación que está engendrando un nuevo mundo debido a dos causas: a) todo aquello asociado a la tecnología está produciendo un cambio del mundo a partir de la emergencia y consolidación de las mediaciones computacionales ubicuas que profundizan la aceleración de las formas de vida y operan como soporte de un nuevo orden algorítmico de lo existente; b) todo aquello asociado a la naturaleza está sufriendo cambios que producen una inestabilidad primordial. Cambio climático, calentamiento global, devastación ambiental son solo marcas de una era alojada en el nombre Antropoceno.

2. Esta gran transformación se origina en una doble ruptura. Ya no es posible circunscribir un mundo social o cultural con independencia de las mediaciones tecnológicas o los procesos naturales. Se destituye la ilusión de un mundo social/cultural autónomo. Ya no es posible definir un mundo exclusivamente desde la acción del ser humano. Se destituye la ilusión de la excepcionalidad de lo humano. Estamos ante la emergencia de un mundo multiescalar que se define por el entrelazamiento de vida, inteligencia y tecnología. Por ello, es necesario inventar nuevas palabras.

3. Se pueden buscar múltiples orígenes históricos de la gran transformación. Toda búsqueda de un origen restituye la ilusión de una única ruptura y un límite preciso. El mundo contemporáneo se define por algo más radical: tiempo y espacio dejaron de ser categorías a priori para ser modificadas por los mismos procesos tecnológicos y naturales que atravesamos. Ya no es posible situar, porque tiempo y espacio dejaron de ser definiciones de un contexto para ser un material inestable pasible de transformación. El ritmo de estas transformaciones, que afectan cada vez más las condiciones de subjetivación, continúa acelerándose.

Ya no es posible circunscribir un mundo con independencia de las mediaciones tecnológicas o los procesos naturales: se destituye la ilusión de la excepcionalidad de lo humano

4. El mundo contemporáneo escapa a las posibilidades históricas de conocimiento e imaginación del ser humano. El aprendizaje maquínico permite, a través del reconocimiento masivo de patrones, producir formas de conocimiento inéditas en la historia humana. La apertura a ontologías de existentes no humanos, a través de infinitas historias, produce formas de conocimiento inéditas de los múltiples mundos en el mundo. La combinación de aprendizaje maquínico y ontologías múltiples transforma drásticamente la capacidad de percepción del mundo.

5. La vida psíquica y social, las formas de subjetivación y socialización, están atravesando un momento disruptivo, signado por una creciente discrepancia entre las velocidades de la evolución técnica y el desmantelamiento de la naturaleza, por un lado, y la construcción de herramientas conceptuales, necesarias para darle sentido y orientarlas, por el otro. Estamos ante la emergencia de un nuevo modo de subjetivación: audiencias móviles de identidades desagregadas dispuestas a la guerra. Estas audiencias están exhaustas (por la ausencia de tiempo), enojadas (por diversas frustraciones) e inmersas en una batalla (contra los órdenes institucionales modernos, percibidos como limitadores).

6. En este mundo ha emergido una propuesta política de nuevo cuño: una derecha radical que funda su posición en una guerra contra la catedral progresista, en la cual el mundo ya no puede alojar a todos. Se quiebra cualquier suelo común en la fantasía de la huida hacia otros planetas. Esta derecha supone una alianza sin precedentes entre capitalismo voraz, conservadurismo cultural y nuevas tecnologías. Ha sido, hasta ahora, el único lugar donde se vehiculiza el creciente malestar contemporáneo. El final de la ilusión del progreso infinito y la imposibilidad de las democracias actuales para mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías se canaliza en un resentimiento que encuentra su forma en la incorrección política.

7. La simbiosis entre redes digitales y movimientos políticos ultraconservadores es, sin embargo, contingente, propia de un momento específico de la evolución técnica y de las tradiciones políticas. Nuestra tarea es inventar una política radical que confronte con la derecha. Una política que pueda vehiculizar el malestar contemporáneo mostrando su posibilidad de transformación. Existen dos condiciones para formular una política radical en este mundo: abandonar una mirada instrumental de las tecnologías computacionales actuales y abandonar una mirada de la naturaleza únicamente como recurso. Ni instrumento, ni recurso. Ambas dimensiones tienen que comprenderse como constitutivas de un espacio político que abra posibilidades emancipatorias. Nos mueve la necesidad de inventar un antagonismo político frente a la derecha radical.

Heredar tradiciones

1. La invención política que exige el presente encontrará lugar si somos capaces de heredar un conjunto de tradiciones latinoamericanas que supieron articular política, naturaleza y tecnología en un sentido emancipatorio. Tradiciones que han instituido imágenes de otros mundos posibles, conceptos para nombrarlos y operaciones para realizarlos. De hecho, buena parte de los problemas urgentes del mundo actual son, para esta región del planeta, un retorno de formas de su pasado. Una región que se conjuga cíclicamente en futuro anterior.

2. La primera tradición que heredamos es aquella que, en las décadas de 1960-70, en distintos países de Latinoamérica, produjo una articulación entre el pensamiento científico y tecnológico y proyectos de desarrollo que no necesariamente adoptaban las pautas prescritas por las potencias mundiales. Fue un movimiento multidisciplinario, conceptualmente creativo y con compromiso político. Para esta tradición, las transformaciones tecnológicas son una oportunidad para renovar las estrategias políticas y culturales y proponer nuevas posibilidades de cambios. Ejemplo de esto fue el desarrollo de modelos numéricos que permitían vislumbrar posibilidades de evolución social, o los sistemas de toma de decisión distribuida —como Cybersyn, en Chile— que fomentaban la democratización radical de los espacios de trabajo.

En América Latina nunca fue posible pensar la naturaleza como telón de fondo de las acciones políticas, siempre fue objeto de disputas; como si aquí el Antropoceno fuera una cuestión del pasado

3. La segunda tradición que heredamos es aquella que tempranamente supo identificar que las disputas en esta región fueron siempre por la tierra. La misma constitución de una región latinoamericana supone la articulación entre extracción de recursos naturales y despojo de poblaciones indígenas. Siempre estuvieron en juego formas de apropiación de los llamados recursos naturales en vistas a un desarrollo como promesa incumplida. Para esta tradición, existe una memoria inscripta en los estratos del suelo: en América Latina nunca fue posible pensar la naturaleza como telón de fondo de las acciones políticas; aquí siempre fue objeto de disputas. Como si el Antropoceno en esta región fuera una cuestión del pasado. Por ello, es necesario recuperar los imaginarios políticos que inscribían en el mismo territorio la posibilidad de una justicia por venir.

4. El desafío actual es producir una articulación entre estas dos herencias, mostrando cómo los desarrollos tecnológicos siempre implican una disputa por el suelo (una geopolítica de los minerales) y cómo los territorios siempre son definidos por disputas entre tecnologías (una fragmentación de cosmotécnicas).

Multiescalaridad de la inteligencia planetaria

1. El gran desafío que presenta el Antropoceno es el carácter múltiple de las crisis existentes. Esto es nombrado actualmente como policrisis: crisis ambientales, crisis de desigualdad, crisis de migraciones, etc. El principal desafío de la policrisis es abordar la reformulación de las escalas temporales y espaciales. La escala del espacio actual es “lo planetario”. La escala del tiempo actual es el “tiempo profundo”. Tenemos que pensar, al mismo tiempo, el colapso de las escalas existentes e inventar medios para pensar múltiples escalas.

2. Los desarrollos tecnocientíficos en las décadas de 1960-70 se asentaron en un aprovechamiento de los aún escasos recursos computacionales. Los modelos matemáticos, numéricos y cibernéticos, pensados como medios políticos estratégicos, permitían avizorar bifurcaciones, caminos de creciente independencia alternativos a la mirada única del desarrollo planteada por las grandes potencias. El modelo viable asociado al proyecto Cybersyn en el Chile de Allende o el Modelo Bariloche de crecimiento económico o los diversos modelos numéricos de cuestiones sociales desarrollados por Oscar Varsavsky, son ejemplos paradigmáticos.

3. Las disputas por el suelo se asentaron en una profunda simbiosis entre agentes humanos y no humanos. Es imposible narrar la historia de Latinoamérica sin mostrar las múltiples ontologías que hacen del suelo siempre un entramado entre tecnologías, naturalezas y seres humanos. La historia del suelo permite mostrar no sólo la multiescalaridad, los tiempos inscriptos en los estratos, sino el carácter plural de los mundos que existen en un territorio.

4. Resultan necesarias imágenes y mediaciones que permitan, a su vez, trabajar sobre el carácter fragmentario de los mundos del Antropoceno y construir una interfaz planetaria. Una interfaz tecnológica para la pluralidad de mundos existentes. Un atlas vertical de los estratos de tecnologías que definen mundos. Esta interfaz será posible activando el potencial democratizador de la programación computacional, intrínsecamente favorable al trabajo colaborativo y abierto a lo común. Cuando la computación se transforma en un fenómeno ubicuo, se convierte en una meta-tecnología, lo que puede entenderse como un marco para el desarrollo de múltiples y heterogéneas formas técnicas, con diferentes signos políticos.

El término «inteligencia artificial» es inadecuado para describir los actuales sistemas; recuperamos la expresión «inteligencia sintética»: la combinación de «cognición computacional» y «cognición humana», infraestructuras cognitivas planetarias para pensar el carácter fragmentario del mundo e imaginar futuros deseables

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5. En la actualidad, la disputa se ubica en la conjugación de dos dimensiones. Por un lado, las formas de la percepción actual se definen por una interfaz de sensores que configuran mundos. Sensores ubicuos: sensores de temperatura, sensores de movimiento, sensores de datos. La infraestructura perceptiva del mundo actual se define como interfaz de sensores. Por otro lado, las formas de la cognición actual se definen como inteligencia sintética que se compone de agentes humanos y no humanos. La infraestructura cognitiva del mundo actual se define como inteligencia sintética. Infraestructura perceptiva, infraestructura cognitiva. La tarea es dar lugar a una infraestructura política en la combinación de infraestructura perceptiva e infraestructura cognitiva.

6. La discusión tecnopolítica parece gravitar alrededor del desarrollo de la IA, de la carrera por liderar estos desarrollos, pero también por fomentar diferentes imaginarios. La discusión geopolítica parece atrapada entre un prometeísmo ilustrado que busca resolver el problema ambiental mediante una geoingeniería global y un posthumanismo autonomista que enarbola los lenguajes de la resistencia. Frente a ello, sostenemos que el presente reclama la constitución de inteligencias sintéticas del Antropoceno irregular. Para esto, por un lado, vale señalar que ambos términos del sintagma “inteligencia artificial” son inadecuados para describir los actuales sistemas; recuperamos entonces la expresión “inteligencia sintética” para referir a la combinación de “cognición computacional” y “cognición humana”. Por otro lado, el término Antropoceno ha dado lugar a profusas discusiones por la restitución de un universalismo que unifica a la humanidad como totalidad responsable de la devastación ambiental; preferimos mantenerlo alojando en su seno una equivocidad que no sólo lo vuelve plural o irregular, sino objeto de disputas políticas. Inteligencias sintéticas del Antropoceno, o mejor, infraestructuras cognitivas planetarias, es condición para pensar el carácter fragmentario del mundo e imaginar futuros deseables.

7. La carrera por las IA ha permitido a las corporaciones globales tomar la iniciativa, ya que, a diferencia de la mayoría de los desarrollos de software, ésta requiere de grandes infraestructuras de hardware y acceso a la producción masiva de datos. Recuperar este tipo de software como acervo de lo común, en línea con el siempre presente movimiento de software libre y con la vasta tradición de comunalidad de todos los bienes culturales y científicos, es condición para la construcción de otros futuros geotecnopolíticos. Esto es posible en lo inmediato e implica reactualizar las posibilidades emancipatorias intrínsecas a las tecnologías computacionales alojadas en múltiples mundos como extensión y potenciación de las capacidades cognitivas generales. Estas posibilidades emancipatorias se encuentran en los modos en que la cognición computacional excede y complementa lo humano, constituyendo una interfaz de múltiples existentes. La tarea es imaginar una cognición computacional más allá de lo humano sin caer en un transhumanismo que sólo restituye un humanismo uniforme.

8. La multiescalaridad que exige abordar un Antropoceno irregular encuentra en la tecnología actual una posibilidad. Frente a la captura masiva de datos por plataformas y a la carrera por definir la Inteligencia Artificial, la tarea se presenta doble: mostrar el carácter plural de las tecnologías y restituir su uso común. Desarrollar herramientas tecno-conceptuales capaces de dar cuenta de las múltiples escalas en las que tiene lugar lo político. Las mediaciones computacionales planetarias no sólo constituyen formas cognitivas, sino también nuevos marcos agenciales, cuya comprensión es indispensable para la acción colectiva efectiva en el presente. Esto conlleva generar medios políticos específicos que permitan, al mismo tiempo, disputar la configuración de la tecnología y disponer nuevas formas de lo común.

Los diseños de la política

1. Una de las características del Antropoceno es el incremento masivo de la entropía y la imprevisibilidad, esto es, la disipación de energía y el agotamiento de los potenciales dinámicos y de la capacidad de regeneración de los recursos, tanto materiales como cognitivos. El agotamiento de la regeneración de recursos cognitivos y sociales encuentra un lugar privilegiado en la política. Su crisis surge de la utilización de herramientas teóricas y prácticas de un mundo ya inexistente. Las mediaciones computacionales y los problemas ambientales requieren un nuevo vocabulario político.

2. La primera tarea es negativa: abandonar cualquier concepto político que haga de la tecnología o de la naturaleza fenómenos exógenos que afectan el mundo de las relaciones humanas. No se trata de pensar ni un determinismo tecnológico o natural que afectaría el mundo político, ni la tecnología o la naturaleza como meros campos de aplicación de la política. No hay política actual sin el entrelazamiento irreductible de tecnologías y naturalezas. Ciertas conceptualizaciones frecuentes de las mediaciones computacionales necesitan ser deconstruidas, tanto las instrumentales como las antropomórficas.

3. La segunda tarea es analítica: generar un marco de comprensión general que identifique la emergencia de nuevas escalas de relación social e interespecie, y ponga el acento no sólo en la sustancialidad de esas nuevas escalas, sino en la emergencia de nuevas formas de relación entre esas escalas. Esto implica recurrir y expandir la memoria de operaciones culturales de largo aliento en nuestra región: hibridaciones, mestizajes, recombinaciones, créoles, profanaciones, ensamblajes cosmotécnicos en múltiples direcciones. El punto de partida es comprender que categorías como pueblo, sociedad, proletariado ya no dan cuenta del entramado de vínculos atravesado por mediaciones tecnológicas y la irrupción planetaria. Analizar las formas de lo que supo llamarse relaciones sociales implica redefinir los fenómenos a los cuales hay que prestarle atención.

Categorías como pueblo, sociedad, proletariado ya no dan cuenta del entramado de vínculos atravesado por mediaciones tecnológicas y la irrupción planetaria

4. La tercera tarea es propositiva: el desafío abismal es encontrar, imaginar, inventar una definición de política que pueda dar cuenta de una agencia distribuida entre existentes humanos y no-humanos. El eje de la pregunta política son las transformaciones contemporáneas en los vínculos entre los seres humanos, entre humanos y no-humanos y más allá de ellos. Sea en la IA o en otras mediaciones computacionales, sea en los fenómenos climáticos, nos encontramos ante formas políticas que articulan nuevos existentes: algoritmos, sequías, plataformas, virus, incendios. Si la polis siempre estuvo constituida por relaciones que excedían la interacción entre seres humanos, hoy más que nunca hay que imaginar una política donde nada quede excluido. No se trata sólo de definir de nuevo la política, sino de todo un vocabulario donde palabras como acción, libertad, democracia, emancipación encuentren nuevos sentidos. Mentes, sujetos, mediaciones tecnológicas, colectivos, organizaciones se constituyen mutuamente, lo que tensiona los conceptos heredados.

5. La cuarta tarea es práctica: la política se juega actualmente en terrenos diversos. En la economía de la atención, la construcción de perfiles, la automatización de procesos de decisión. En una geología de los medios, la extracción de materiales del suelo, la expansión de virus, bacterias, hongos, parásitos. Las prácticas de la política se plantean en otros territorios: mediaciones computacionales como instrumentos para las formas tradicionales de las organizaciones políticas y las campañas electorales, mediaciones naturales que abren a nuevos actores políticos como minerales, virus o especies. Necesitamos dar lugar a prácticas en esta redefinición de los territorios de la política. Una tarea urgente es explorar formas de organización efectivas articuladas a partir de las múltiples posibilidades abiertas por las mediaciones computacionales ubicuas.

Por un lado, identificamos una vacilación profunda de lo que entendemos por política, sin tener todavía un consenso sobre una nueva definición; por otro lado, identificamos la necesidad de formular una tecnopolítica a la altura de nuestro tiempo, donde debemos incorporar a existentes no humanos a la política.

6. Para sintetizar, es posible identificar dos movimientos. De un lado, identificamos una vacilación profunda de lo que entendemos por política, sin tener todavía un consenso sobre una nueva definición. Elementos centrales de su acepción como libertad, acción, decisión hoy están en discusión no sólo porque no se vislumbra un sentido común entre los “humanos”, sino porque son transferidos a dispositivos maquínicos y existentes naturales. De otro lado, identificamos la necesidad de formular una tecnopolítica a la altura de nuestro tiempo, donde debemos incorporar a existentes no humanos a la política, distribuir la agencia de modo amplio, pensar en escalas temporales astrofísicas. Estamos ante un nuevo régimen de sentido de la política que debe exceder cualquier definición humana, demasiado humana.

7. En este nuevo régimen de sentido es necesario abordar cómo las transformaciones tecnológicas y naturales en curso suelen acarrear inicialmente efectos entrópicos, es decir, homogeneizantes y reductores de la capacidad de agencia, pero también habilitan procesos en sentido contrario. Esto implica dar cuenta de cómo ciertas tecnologías digitales y entramados de existentes no humanos, en su enorme versatilidad, permiten la construcción de formas de organización más sofisticadas y en múltiples niveles y escalas. La acción política requiere hoy la constitución de procesos de abstracción que reconfiguren la escena política y abran nuevos espacios de posibilidad.

8. Los sistemas de IA actuales, en particular los grandes modelos de lenguaje (LLM), fomentan relaciones alienadas con los usuarios. El “prompt” como forma de operación técnica no sólo es limitada, sino que refuerza una mirada antropomórfica de estas entidades, que por un lado lleva a adscribirles características infundadas y, por otro, a perder de vista las reales virtudes tecnológicas y posibilidades evolutivas. La ausencia de un código legible, comprensible y modificable de los sistemas producidos por machine learning restringe los tipos de vínculos tecnológicos posibles.

9. En este nuevo régimen de sentido es necesario desactivar aquellos imaginarios que hacen de la tecnología sólo una herramienta de control y de la naturaleza sólo el lugar de recursos que sigue leyes inmodificables. Confrontar cualquier defensa del excepcionalismo humano es mostrar que el carácter plural de los procesos tecnológicos y naturales los convierte en objeto de disputa por sus mismos potenciales emancipatorios. La disputa política actual se encuentra en cómo diseñar el entrelazamiento irreductible de humanos, tecnología y naturaleza. En las formas de diseño, sin reducirlas a un voluntarismo humano, se juega la política por venir.

Hacia una tecnopolítica

1. Si la real-politik designa tradicionalmente el modo de configuración de las relaciones geopolíticas internacionales, hoy es necesario pensar una real-tecno-polítik. La tecnopolítica actual está signada por la polarización entre Estados Unidos y China, con otros bloques, como Europa o Rusia, actuando entre ellos de diversos modos. En este contexto, los países latinoamericanos están presionados en relación con sus recursos energéticos y atravesados por fracturas y líneas de tensión. El ascenso de las nuevas derechas es, quizás, el dato más significativo de este momento histórico.

2. El punto de partida de cualquier política es reconocer estas disputas tecnopolíticas y la emergencia de las derechas radicales como forma política singular. En este escenario, la tarea es construir una política concreta que confronte con la propuesta de la derecha radical sin apelar a ninguna nostalgia de pasados idealizados. Para ello, hay que desactivar cualquier propuesta que suponga la resistencia en vistas a detener un proceso en marcha. El desafío no es retroceder ni resistir, sino disputar el futuro. La tarea tecnopolítica es ofrecer futuros deseables que produzcan algo con los restos afectivos contemporáneos.

3. Para ello, hay que definir estrategias que: restituyan las fuerzas de instancias públicas para definir políticas frente al avance exclusivo de empresas privadas; apuesten por volver bienes comunes todo aquello que, mediante enclosures, es apropiado sólo para el lucro privado; establezcan como principio la multiplicidad en el seno de la tecnología y la naturaleza. La tecnodiversidad y la geodiversidad destituyen cualquier política de adaptación a una misma línea de progreso, trabajando en el seno de las mediaciones computacionales y naturales en marcha.

4. Para ello, hay que definir nuevamente los territorios en los cuales se disputa la política. Estamos ante una nueva topología que se define desde el entrelazamiento de diferentes estratos materiales y digitales. Esta comprensión no puede ser meramente instrumental, sino que debe asumir cómo, en la tecnopolítica actual, lo tecnológico constituye el ambiente. Necesitamos construir colectivamente una inteligencia planetaria que permita generar una geografía vertical de los múltiples territorios en disputa.

La política no sólo pasa actualmente por diferentes instancias del Estado sino en nuevos territorios: plataformas digitales, configuración de algoritmos, extracción de materiales, definición de enfermedades

5. El primer desafío de la tecnopolítica contemporánea es responder a la pregunta: ¿qué sentidos constituyen hoy la política? El acento en el “qué” implica avanzar hacia la constitución de un vocabulario común. Atender a que la política no sólo pasa actualmente por instituciones políticas tradicionales —diferentes instancias del Estado— sino en nuevos territorios: plataformas digitales, configuración de algoritmos, extracción de materiales, definición de enfermedades. La disputa política por excelencia pasa hoy por cómo se va diseñando el mundo desde instancias no sometidas a discusión política. Discutimos candidatos para elecciones, pero no la captura de datos en nuestros celulares o el uso de químicos en el suelo. Necesitamos un vocabulario político que permita comprender la naturaleza de las disputas actuales y sus orientaciones posibles.

6. El segundo desafío de la tecnopolítica contemporánea es responder a la pregunta: ¿cómo hacer? El acento en el “cómo” requiere nuevas herramientas cognitivas, prácticas audaces, entramados inauditos. Pensar el “cómo” supone que la tarea fundamental surge de pensar una organización a la altura de nuestro tiempo. Organizaciones políticas que no se reduzcan a la confrontación interna desde la resistencia a lo que existe y que se constituyan de una manera intrínsecamente heterogénea. Modos de organización que ofrezcan una alternativa de futuro más justo en el entramado de estratos digitales y naturales. Cómo organizarnos es una tarea urgente porque redefine no sólo los lugares donde se hace política sino cómo se constituyen comunidades. Los desafíos que enfrentamos requieren una matriz organizacional que trabaje en múltiples estratos, que se componga de instancias heterogéneas, que abra mundos posibles.

7. En última instancia, este manifiesto es un llamado para configurar colectivamente una gramática política que permita la articulación de los entramados entre humanos y no-humanos que definen el mundo actual. Para ello, es necesario mostrar a la vez cómo en la tecnología y en la naturaleza se dan múltiples disputas y se alojan posibilidades de invención inéditas. El entrelazamiento irreductible entre formas políticas, procesos tecnológicos y estratos del suelo es un espacio para la creación conjunta, sumamente versátil y todavía virtualmente inexplorado. Abrir modos más justos de diseñar ese entrelazamiento es la única política con sentido.

Hay que desactivar cualquier propuesta que suponga la resistencia en vistas a detener un proceso en marcha. El desafío no es retroceder ni resistir, sino disputar el futuro.

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