Singapur, el futuro como escala y recursividad
Singapur es para Occidente un ícono del desarrollo capitalista que admite lecturas diversas. Pero también es una ciudad, una isla, un territorio en donde se cruzan personas, negocios, flujos comerciales y escalas que hablan más del futuro que las lecturas occidentales. El colectivo urbanista m7red viajó en junio de 2024 a Singapur para dar un taller sobre desarrollo urbano en la Artistic Directors Academy (ADA), recorrer el espacio y conversar con los diferentes intereses locales.
por m7red
Tres lecturas de Singapur 1993-2020
Viajamos a Singapur en julio de 2024 para trabajar con artistas y arquitectos en el marco de T:>Work. La información con la que contábamos antes de partir eran dos artículos canónicos que reflejaban el alto interés de los círculos culturales de vanguardia de Europa y Estados Unidos sobre un fenómeno que en los primeros años 90 era desconcertante: el fulgurante ascenso de Singapur de slum tercermundista a ciudad global y metrópolis del futuro, el más palpable ejemplo material del tardo capitalismo anticipado en las imágenes de Blade Runner. El primer artículo era de William Gibson, el célebre autor/fundador del género cyberpunk y el otro era de Rem Koolhaas, el arquitecto y urbanista holandés fundador de la conocida Oficina de Arquitectura Metropolitana (OMA). Ambos artículos eran reflejo de visitas de sus autores a la ciudad. Gibson viajó contratado por la revista Wired, el entonces órgano oficial de la incipiente cultura de internet; y Koolhaas, retornando a la ciudad donde pasó parte de su infancia en los años 60, como destino de su padre, un diplomático holandés. El artículo de Koolhaas se había convertido en un capítulo de S, M, L, XL (1995) ese coffee table book diseñado por Bruce Mau que todo arquitecto que se preciaba de moderno compró y no leyó en los años 90. A esto se le agregaba un artículo más reciente, de Jerrine Tan, también publicado por Wired, que hacía una lectura de la experiencia y prognosis de Gibson 30 años después.
Los artículos de Gibson y Koolhaas estaban concebidos en el mood de los primeros años 90 en Occidente, el fin de la historia y el ascenso de la globalización, los inicios de internet y el neoliberalismo. El de Gibson a través del lente de la distopía cyberpunk y el de Koolhaas a través de una lectura irónica de la utopía de la planificación modernista durante la reconstrucción de las ciudades de posguerra. Como respuesta a Gibson y provocación a la arquitectura europea, su campo profesional, Koolhaas sugiere que Singapur es pionera en haber cumplido con creces los objetivos modernistas que en Occidente no había podido alcanzar: alojar a toda la población utilizando un modelo de planificación basado en una idea del territorio como tabula rasa, puro espacio. Un uso colectivo del suelo y situado en la compleja realidad demográfica y política del sudeste asiatico. La planificación centralizada de la vivienda, fracasada en Occidente, en Singapur había evolucionado desde su inexistencia en 1965 hasta convertirse en un modelo de desarrollo global durante los años 90. Pero Koolhaas advierte que, en las puertas de la globalización, la solución espacial de Singapur ya no será confrontada con la noción de bien público de la arquitectura moderna que había abrazado Lee Kwan Yew, ex primer ministro y fundador del moderno estado de Singapur, sino con un modelo de acumulación signada por la financiarización neoliberal. Por otro lado, la ciudad estado expresaba una particular y única ecología de lo contemporáneo:
Singapur se destaca como una altamente eficiente alternativa en un paisaje de cuasi pesimismo universal sobre un futuro factible, un pertinente mundo posible de ser hecho a través de claras y definidas ambiciones, estrategias de largo plazo y una determinación despiadada de evitar los escombros y el caos que las democracias dejan a su paso en otros lados.
Pero ese pesimismo universal era más bien el estado de ánimo europeo ante la debacle del Estado de bienestar. En 2020 la revista Wired consideró que era un oportunidad para chequear qué había sido de aquellas visiones distópicas de 1993 de Gibson y le encargó una relectura a Jerrine Tan, una joven académica singapurense que al momento de escribir el artículo cumplía cuarentena en su apartamento de Boston. La pandemia construyó un escenario ideal para el análisis. La célebre ciudad-estado, congelada por las estrictas medidas sanitarias que aplicó el gobierno, se mecía peligrosamente entre los logros de sus últimos 40 años y este presente suspendido en la incertidumbre y representado en sus joyas arquitectónicas -como el aeropuerto Changi con sus cascadas artificiales y sus malls de lujo- vaciados de turistas, su gigantesco parque de oficinas deshabitado por el encierro de los trabajadores en sus casas, y su próspero puerto y corredor marítimo, completamente inactivo por el descalabro de las cadenas de suministros y la crisis logística del comercio global.
De un día para otro el siempre presente fantasma del desabastecimiento se había transformado en una amenaza concreta en Singapur, esa mezcla única de país insular y ciudad estado que importaba de manera cotidiana casi toda su agua potable desde Malasia y toda su comida de diferentes puntos del Sudeste Asiatico incluso Australia. Singapur es materialmente tan frágil como su cadena de suministros, y procesualmente tan fuerte como la recursividad histórica de su localización.
¿Cómo entender el enigma de Singapur? ¿Es una sociedad occidental neoliberal de vanguardia o un aparato socialista, un experimento de ingeniería social en manos de una élite tecnocrática?
¿Cómo entender el enigma de Singapur? Es una sociedad occidental neoliberal de vanguardia (cosmopolita, tabula rasa, tecnologización, financiarización, privatización de servicios sociales, desregulación, secularización, consumo)? ¿Es un aparato socialista, un experimento de ingeniería social en manos de una élite tecnocrática? ¿Es un país asiatico de corte confuciano y con el cosmopolitismo de las milenarias rutas comerciales? ¿Es parte de China o es un nodo de articulación interno al sur asiatico, o un articulador logístico-comercial entre oriente y occidente?
Panorama desde Henderson Hill
El centro de la ciudad es una mezcla de urbanismo pragmático con calles principales rectas y una red de avenidas curvas y caprichosas, típico de una ex-colonia inglesa, en donde conviven adaptaciones funcionales y topográficas, edificios públicos de vivienda reiterativos y básicos, edificios más nuevos realmente altos, los parques omnipresentes y bien cuidados, y la industria del espectaculo arquitectonico: las torres corporativas de los años 70 y 80 con cierta sobriedad tardo moderna, las torres nuevas con sus copetes, los edificios «coronados» por arbitrarios jardines en altura, los innumerables shoppings decorados, y el hotel Marina Bay Sands y su barco arqueado a 55 pisos de altura, que aparece en la tapa de Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica, el libro de Javier Milei.
Pero una vista realista de la ciudad puede alcanzarse desde el mirador de Henderson Hill. La colina es uno de los pocos lugares de Singapur en donde puede encontrarse la vegetación original de la isla. Hacia el sur está la pequeña isla de Sentosa, el emprendimiento inmobiliario y de atracciones más grande y reciente de la isla, un proyecto de Lee Hsien Loong primer ministro de Singapur durante 20 años, entre 2004 y 2024; precedido por Goh Chok Tong, que lo fue durante 14 años, entre 1990 y 2004; precedido a su vez por Lee Kwan Yew que gobernó desde la Independencia de 1959 hasta 1990. Todos ellos lo hicieron a través del Partido de Acción Popular (PAP). Tres gobiernos del mismo partido político en 65 años de historia. Las hegemonías en la isla son largas.
Más allá de Sentosa se alcanza a ver el estrecho de Singapur, que es la continuación del estrecho de Malaca, por donde pasa el 35% de la logística marítima global; y más lejos, los islotes de Batam, Indonesia. Hacia el oeste y el este se pueden ver las distintas partes de puerto cuyas dimensiones son muy difíciles de calcular o percibir y, más allá de la gigantescas grúas, se vislumbran algunas de las islas del archipiélago singapurense, como Palau Bukom ocupada mayormente por una refinería de Shell y algunas industrias químicas; hacia el norte puede verse el perfil urbano de Singapur, una trama muy extendida de torres de vivienda pública (HDB) de 12, 20 o 40 pisos según su antigüedad, el aspecto predominante es el blanco, el gris y algunos paños y líneas de colores, repetición de llenos y vacíos de abajo hacia arriba.
Recién al ver superpuestos los edificios, el puerto, las islas y el estrecho se comprende la tensa articulación de tamaños y funciones, muy lejana de la omnipresente imagen de Marina Bay.
El cementerio Bukit Brown: tabula rasa posmoderna vs. progresismo conservador
Los fantasmas de la fragilidad y la tabula rasa deberían confrontarse con la materialidad de los símbolos del cementerio Bukit Bown en el centro de la isla, objeto de una controversia sobre su partición por la autopista Lornie Highway y por su futura desafección, que lleva ya casi 15 años, una batalla de activistas conservacionistas que se concentra en torno a unas tumbas, ruinas y árboles. Este activismo es una producción cultural colectiva auténtica aunque extremadamente restringida. Pero nadie ignora que se trata de un debate mucho más profundo sobre la historia común; aún más, la actual convivencia de la autopista y el cementerio que pasa por debajo puede ser vista como una alegoría más exacta que la de abstracción e hiperrealidad de sus novedades arquitectónicas. Se trata del conflicto entre lo técnico y lo histórico, lo contemporáneo y lo tradicional, que en la isla siempre son legados complejos. El trazado de la autopista podría no ser realmente racional y quizás es un intento de erradicar el cementerio; el cementerio contiene tanto tumbas de figuras de la oligarquía comercial probritánica como fosas comunes de caídos durante la invasión japonesa de 1942.
Las tumbas son unos montículos de tierra de 3 metros de largo por 2 metros de ancho o del doble de ancho si la tumba contiene una pareja o un grupo familiar, la tierra está cubierta de pasto, no se debe caminar sobre los montículos porque el ataúd, probablemente podrido, se encuentra abajo. Los montículos están bordeados por una pequeña pared de mampostería de 30 o 40 centímetros de alto en forma de herradura; en el frente están las lápidas, casi en su totalidad en chino, en la parte superior hay una estela de piedra en caracteres chinos casi siempre con el nombre de la ciudad de origen de la familia: Guangzhou, Fuzhou, Quanzhou. Las tumbas visibles pertenecen a líderes de la comunidad china local, filántropos, comisionados municipales, revolucionarios nacionalistas, literatos, e incluso funcionarios coloniales de las Indias Orientales Holandesas. Muchas de ellas tienen pequeñas decoraciones de mayólicas holandesas o belgas que indican una tumba Peranakan. La cultura Peranakan es un indicio de los procesos de composición y estratificación: se remonta al siglo XV, cuando se instalaron los primeros comerciantes chinos en las regiones insulares que comunican los océanos Pacífico e Índico y comenzaron a mezclarse con las comunidades locales dando origen a un mestizaje que toma la forma de un sofisticado barroquismo sincrético en el culto, la literatura y la decoración.
El activismo conservador en torno al cementerio es en cierta medida progresista por ser crítico del inhumano proceso de planificación centralizada omnipresente, y tuvo que sobrellevar la contradicción de que las tumbas representan el pasado explotador colonial y altamente jerárquico de la clase local que intermedió con el Imperio britanico. Cada tumba es también un símbolo de la riqueza pero materialmente el conjunto del cementerio es extremadamente humilde en comparación con un cementerio católico, carece del carácter bucólico y discretamente patético de los protestantes. La tumba del padre de Lee Kuan Yew está completamente abandonada, es incluso difícil franquear el camino tapado por las plantas, no hay trazas de solemnidad. El cementerio no es tanto un espacio de melancolía y pérdida, lo que para nosotros occidentales representa el final inevitable, sino el lugar donde un ciclo da lugar al siguiente: aquí se hacen visibles aquellas postas, los lazos entre unos lugares y otros, entre unas generaciones y otras, donde lo lejano se vuelve cercano, lo antiguo se comprime contra lo nuevo, como la autopista que pasa por arriba de cementerio.
Conviven el espíritu conservador, en el que el pasado fluye permanentemente hacia el futuro, y la pulsión destructora del recomienzo, también permanente, expresada en el urbanismo
En cierto sentido el cementerio es una excepción al proceso generalizado de planificación y mercantilización que impulsa la Urban Redevelopment Authority (URA), según el cual todo debe ser demolido y re-desarrollado. Conviven el espíritu conservador, en el que el pasado fluye permanentemente hacia el futuro, y la pulsión destructora del recomienzo, también permanente, expresada en el urbanismo, la tabula rasa en la que Koolhaas solo podía ver el pasaje de la modernidad europea a la posmodernidad global. Pese a las apariencias de la «marca Singapur» la sensación de tabula rasa como marea que borra todas las huellas dista mucho de ser la clave anímica del lugar; las conversaciones rondan permanentemente los orígenes de cada cosa, tal apellido o familia, de cada plato preparado, de donde proviene tal fruta, tal verdura o tal tipo de fritura.
El HBD, la vivienda como nación
En octubre de 1960 se terminó de construir el primer edificio de vivienda pública de Singapur, un bloque de 7 pisos en Stirling Road. El edificio estaba rodeado por kampongs, asentamientos rurales de madera con techos de chapa. Los edificios de vivienda pública comenzaron a ser construídos ese mismo año con la conformación de la Housing & Development Board (HDB), una autoridad estatal de vivienda pública. Habían pasado apenas 15 años de la traumática ocupación japonesa de la isla y comenzaba el proceso de independencia nacional. El 1 de abril de 1946, Singapur dejó de ser parte de los «asentamientos del Estrecho» y se convirtió en una colonia independiente de la corona británica, gobernada por un administrador civil. En mayo de 1955 se llevaron a cabo las primeras elecciones generales y el PAP dirigido por Lee Kuan Yew emergió como la fuerza política dominante hasta el día de hoy. En esos 15 años la población había pasado de un millón a un millón y medio de habitantes y se triplicaría al llegar al nuevo milenio. El 90% de la población carecía de agua corriente, electricidad y cloacas, el HDB tenía apenas unos meses de existencia, el estatus autónomo del Estado y las elecciones generales apenas eran asimilados.
El HDB implicaba un enfoque radicalmente diferente a la burocracia colonial; el régimen legal, el planteo en el desarrollo urbano y el alcance cambiaron, la introducción de tipos de vivienda cada vez más densas, altas y con servicios centralizados permitirían un enfoque espacial que transformaba la ciudad colonial completamente. Stirling Road, el primer edificio terminado por HDB, fue la base para una serie interminable de urbanizaciones y planes de densidad y complejidad crecientes de viviendas y edificios públicos. La primera gran urbanización fue Toa Payoh, proyectada como una ciudad satélite de 200.000 personas en 35.000 unidades habitacionales; hoy queda a 40 minutos de metro del centro de la ciudad. Toa Payoh significa «gran pantano», era una ocupación muy grande de tierras compuesta de familias de vendedores ambulantes, obreros y granjeros; plantaciones de gambir, pimienta, vegetales y chiqueros. El proyecto se encuadró en el primer plan quinquenal (1960-65) uno de cuyos objetivos era paliar la emergencia habitacional, pero la movilización del asentamiento fue muy lenta y tuvo que esperar a su construcción durante el segundo plan quinquenal (1966-70).
El gran movimiento de HDB fue transformar «squatters en una democracia de propietarios», una democracia más centrada en el consenso que en la negociación y la expresión de las diferencias, un consenso que puede expresarse en un umbral sólido de distribución de la riqueza que no impide la formación de grandes capitales simultáneamente y admite la diversidad cultural y étnica. No hay competencia de proyectos sino una planificación centralizada a largo plazo. En 1959, con el asesoramiento de un equipo de las Naciones Unidas a cargo de Albert Winsemius, se redactó The State Development Plan, un plan quinquenal centralizado en una serie de nuevas instituciones que establece las bases de una reforma completa de la economía, pero también de la planificación física y social de la isla. Las estrategias incluían atraer inversión extranjera, fomentar la educación técnica y crear infraestructura industrial, preparando a Singapur para convertirse en un centro manufacturero clave en el Sudeste asiático. En 1961 se creó la Junta de Desarrollo Económico (EDB) que funda el primer distrito industrial de la isla, Jurong, dedicado a la fabricación de juguetes y textiles.
Este nivel de planificación no puede ser llevado a cabo en una ciudad portuaria sin un hinterland, un área de expansión interna, una reformulación del espacio mediante la nacionalización productiva del territorio existente en la isla. Se estableció una relación dinámica entre la política, la economía y la arquitectura como base para un proceso social más amplio. Lee Kwan Yew designó como presidente de la HDB al empresario y economista Lim Kim Sam y éste sumó a Howe Yoon Chong como Director Ejecutivo, que luego sería Ministro de Defensa y Salud, y a Teh Cheang Wan como Arquitecto Jefe. «Este trío constituyó el grupo central que dirigió el trabajo de la HDB en sus cruciales primeros años», dice Housing: Turning Squatters into Stakeholders, el documento que publicó el Ministerio de Desarrollo Nacional en 2013.
El primer gran movimiento fue transformar una «democracia de propietarios», más centrada en el consenso que en la negociación y la expresión de las diferencias, que puede expresarse en un umbral sólido distribución de la riqueza y no impide la formación de grandes capitales

En el medio del proceso de construcción del experimento de Toa Payoh en 1964, Lim Kim San, en ese entonces ministro de Desarrollo Nacional, lanzó el Esquema de Propiedad de Vivienda para el Pueblo, con el objetivo declarado de «fomentar una democracia de propietarios en Singapur». Para lanzar el esquema, 2.068 apartamentos de dos y tres habitaciones de la HDB en Queenstown fueron puestos a la venta mediante contratos de arrendamiento de 99 años. El objetivo eran personas de ingresos medios-bajos que de otro modo no podrían comprar sus viviendas en el mercado inmobiliario privado. Se ofrecieron préstamos a bajo interés con un periodo de reembolso de hasta 15 años, pero los compradores debían efectuar un pago inicial mínimo del 20% en efectivo. La principal meta del plan no era la construcción de viviendas, sino establecer un vínculo fuerte entre la gente y el espacio habitado. Recuerda Lee Kwan Yew en sus memorias: «Nuestro objetivo no era sólo construir casas, sino crear un hogar para la gente. Un hogar donde pudieran sentirse seguros y orgullosos… un símbolo de éxito y prosperidad para la nación».
La tierra [en Singapur] no se trata como propiedad privada, mercancía, ni forma de ingreso público, sino que se destina a la provisión directa de vivienda por parte del Estado para la gran mayoría de la población residente. (Jacob Mayers)
Como señala Jakob Mayers, los ambiciosos planes de transformación urbana se toparon con el problema de la tierra, de sus costos y de su estatus legal, «en ese momento, la propiedad de la tierra estaba concentrada en unos pocos grandes terratenientes ausentistas, que representaban menos del 10% de la población». En 1966 se promulgó una Ley de Adquisición de Tierras que incorporaba los siguientes principios generales: la capacidad de adquirir tierras para diversos propósitos; la imposibilidad de que los propietarios de tierras impugnen las adquisiciones; compensación a los propietarios de tierras por debajo del valor de mercado fijada por una Junta de Apelaciones. «La fortaleza de la ley radicaba en su amplia definición de alcance para la adquisición: "para cualquier propósito público"; "por cualquier persona, corporación o junta estatutaria, para cualquier trabajo o proyecto que, a juicio del Ministro, sea de beneficio público, utilidad pública o interés público"; "para cualquier propósito residencial, comercial o industrial"» Mayers señala que: «Entre mediados de la década de 1960 y principios de la década de 2000, el estado había adquirido más del 90% de las tierras en la ciudad-estado, mediante una combinación de la herencia de tierras de la Corona británica, adquisiciones forzosas y relleno de tierras». Esto sucedió en dos fases: primero, en el proceso masivo de construcción de viviendas; segundo, mediante el proceso de renovación urbana, «donde la tierra fue adquirida de manera fragmentada en el centro de la ciudad como base para el desarrollo privado y la generación de ingresos públicos por tierras».
El desarrollo inmobiliario de Marine Bay, ícono del neoliberalismo y el libre flujo de capitales, es parte de este mecanismo de adquisición y creación de tierras por relleno por parte del Estado. El estado no solamente interviene en el mercado inmobiliario sino que tiene el monopolio de las tierras en la isla, es literalmente un «Estado propietario». Podríamos hablar de una reestructuración de la propiedad territorial, que Mayers llama directamente land reform. Esta «reforma» promueve por un lado la distribución y la creación de la propiedad (en el paradójico régimen de arrendamiento por 99 años) pero al mismo tiempo se constituye en el actor monopólico de todo el sistema de propiedad del espacio.
A solo 3 años de la creación de HDB, Lim Kim San renunció para convertirse en Ministro de Desarrollo Nacional, la arquitectura pasaba a ocupar un rol dentro de la estrategia general de la naciente república. Lee Kwan Yew pensaba en la necesidad de ir más allá del modelo convencional heredado de la vivienda pública en alquiler, y desplegaba el complejo problema del espacio y su relación inseparable con la política en estos términos:
Después de la independencia en 1965, me preocupaba el electorado completamente urbano de Singapur. Había visto cómo los votantes en las ciudades capitales siempre tendían a votar en contra del gobierno de turno y estaba decidido a que nuestros habitantes se convirtieran en propietarios de sus viviendas, de lo contrario no tendríamos estabilidad política.
Ahora bien, la densidad espacial extrema del experimento singapurense permite escalar esta reflexión sobre la relación entre la vivienda, la política, la economía y el espacio a un plano mayor: el de la defensa del territorio y las condiciones para un pacto social dentro una proyección geopolítica o geoeconómica, improbable en esos días. Continuaba Lee Kwan Yew:
mi otro motivo importante era dar a todos los padres cuyos hijos tendrían que hacer el servicio militar una participación en el Singapur que sus hijos debían defender. Si la familia del soldado no era propietaria de su casa, pronto concluiría que estaría luchando para proteger las propiedades de los ricos. Creí que este sentido de propiedad era vital para nuestra nueva sociedad, que no tenía raíces profundas en una experiencia histórica común.
Hoy en el sitio web de HDB afirma que «La vivienda pública de Singapur ha alojado a toda una nación: hoy, se han completado más de 1 millón de apartamentos en 24 ciudades y 3 estados en toda la isla. Los apartamentos del HDB son el hogar del 80% de la población residente de Singapur, de los cuales alrededor del 90% son propietarios de sus viviendas». Se puede apreciar el fundacional balance entre individualidad centrada en la familia, y colectividad, se entiende que vivienda y nación van en una misma categoría.
Pero este delicado equilibrio original ha duplicado sus complejidades al ritmo de la creciente financiarización global, y del paso de varias generaciones, en la década del 90, el gobierno del primer ministro Goh Chok Tong comenzó a ver los hogares de los singapurenses como una posible fuente de seguridad para su vejez. Como la gran mayoría de las personas ya eran propietarias de sus viviendas, estas podrían considerarse un activo. Hasta entonces, un apartamento de la HDB ocupado por su propietario se había concebido principalmente como un refugio confiable, pero no podía usarlo como garantía para obtener préstamos para negocios u otros emprendimientos. Se trató de transformar propietarios estables, inamovibles, en stakeholders; del foco en la transformación y mejoramiento material, a la monetización y financiarización. ¿Será necesario un nuevo pacto entre trabajo/familia/espacio y capital en un nuevo ambiente histórico económico o estaremos en el umbral de un nuevo sistema?
Un fortaleza cosmopolita
«Para sobrevivir debes volverte excepcional», dice Lee Kwan Yew. Singapur es un país en el que sus élites gobernantes se sienten con la responsabilidad de advertir constantemente a sus gobernados de la permanente vulnerabilidad del país. La independencia misma fue un proceso traumático atravesado por el estallido de graves disturbios raciales. Una isla con menos de 800 km2 con una población multiétnica se convierte de un día para otro en un país independiente, una ciudad estado con el 70% de su población viviendo en barracas y sin ningún hinterland al cual recurrir para abastecerse. Así nació la narrativa de Singapur como «el pequeño punto rojo».
Antes de la segunda guerra mundial, Singapur era conocida como la ciudad amurallada del Sudeste asiático, la fortaleza inexpugnable del Imperio Británico en en el esquema de los Strait settlements, los «asentamientos del Estrecho», tal como se llamó a la zona entre 1819 y 1846. Una fortaleza defendida con baterías de largo alcance situadas en puntos estratégicos de la costa que custodiaba el paso de la navegación por los estrechos de Malaca y Singapur. La ciudad, puerto principal y mayor refinería de toda la región, tenía un diseño defensivo que suponía que la principal amenaza provendría del mar. Esta presunción fue explotada en 1942 por los japoneses cuando decidieron su campaña para tomar Malasia y luego Singapur por tierra, montados en bicicletas para atravesar los espesos bosques tropicales que la rodeaban. La caída de Singapur fue anunciada por radio por Winston Churchill y fue la rendición incondicional de tropas más grande de la historia del Imperio britanico. Un ejército de 88.000 hombres pasó a los más brutales campos de prisioneros, el más famoso en Changi donde ahora está situado el aeropuerto. Otros hallaron su destino trágico en la selva birmana durante la construcción del célebre «ferrocarril de la muerte» entre Rangún y Bangkok, episodio conocido por la película El puente sobre el río Kwai. Para muchos historiadores fue una imagen del declive definitivo del Imperio y motivó el deseo de independencia de las naciones del sudeste de Asia que comenzó con la pérdida de la India.
Luego de la desocupación japonesa, la ciudad estado formó parte de la Federación Malaya entre 1947 a 1965. Al inicio de su vida independiente Singapur disponía de dos exiguos batallones y la permanencia de una fuerza británica defensiva que operó como contrapeso en la independencia de Malasia. Recién en 1967 se comenzó a organizar el ejército a través de la implementación del servicio militar obligatorio. Los británicos retiraron su asistencia defensiva recién a mediados de los años 70. De aquellos dos batallones Singapur pasó a tener uno de los ejércitos más poderosos y equipados del Sudeste asiatico. Lo que ha sucedido no es solo una planificación estratégica sino el desarrollo consistente proyecto cultural de cohesión nacional que tiene a la defensa del territorio como soporte principal.
Singapur asume la representación de los valores del conjunto de naciones asiáticas basadas en la primacía del bienestar general por sobre el individuo, un concepto básico del confucianismo
En cualquier conversación con un singapurense tarde o temprano surge una anécdota sobre el servicio militar. La cohesión nacional -esa fuerza recursiva que moldea todas las interacciones de la vida social de Singapur- tiene en la institución del servicio militar una doble condición, primero, como marco de contención del «mosaico» étnico; y segundo, como expresión material de la unidad del territorio más allá de las diferencias geográficas de la ciudad, el puerto, la jungla, el archipiélago o el mar.
En 1996 se estrenó Army Daze, una película dirigida por Ken Sen Ong que con el tiempo devino en film de culto. Es una comedia sobre el servicio militar basada en un grupo de jóvenes reclutas que comparte sus miedos al enfrentarse al proceso que, luego de 21 meses como reservistas, los convertirá en ciudadanos plenos de Singapur. Army Daze presenta una galería de personajes representativos de cada uno de los diferentes grupos raciales y religiosos mayoritarios a través de jergas y modismos de los 5 idiomas que se hablan en la isla: inglés, mandarín, malayo, hokkien y tamil nadu. Army Daze también es un ensayo sobre ese momento de mediados de los años 90, cuando, luego del exitoso desempeño económico, se trató de capitalizar la convivencia de la diversidad étnica para abrir la puerta a otras diversidades. Pero en el momento donde estas insinuaciones sobre una futura recomposición social más abierta podrían convertirse en una causa, la película da por terminadas con estas especulaciones y da un giro hacia la épica nacional. Los reclutas se encolumnan en fila atravesando un viejo cementerio -que podría ser Bukit Brown- mientras cantan al unísono. Esta última marcha marca el final de su entrenamiento y se convierte en el desfile del Día de la Independencia nacional. En la vida real, el desfile se lleva a cabo cada 9 de agosto: un despliegue de jets de combate F16 y helicópteros portando una gigantesca bandera nacional, atraviesan el icónico skyline de Marina Bay, coronado por letras gigantescas que despliegan el lema nacional: Adelante Singapur.
Cuando Lee Kwan Yew dijo llorando frente a las cámaras de TV que «el gobierno al expulsar a Singapur de la Federación Malaya nos salvó del chauvinismo y nos trajo a esta sociedad multirracial… Es una pena que no hayamos podido lograr la integración en una sociedad multirracial en Malasia», estaba sentando las bases de cómo componer esa sociedad multirracial en una «nacionalidad cosmopolita» que todavía no tenía una identidad.
El proyecto de «ideología nacional» de Lee Kwan Yew comenzó a tomar forma a fines de los años 80 y principios de los 90. Se denomina «Valores asiáticos» y es por definición una contestación a los valores divisivos del mundo occidental. El estado más pequeño (Singapur) asume la representación de los valores del conjunto de naciones asiáticas basadas en la primacía del bienestar general por sobre el individuo, un concepto básico del confucianismo. La familia es la unidad más importante y todas las familias juntas forman la sociedad. Pero la familia en Asia más que una unidad social básica, es una metáfora para la cultura política y un agente principal en la formación de capital. «Solo cuando las familias están reguladas los estados están gobernados» es el pasaje inaugural de la Gran enseñanza de Confucio. De aquí la disposición en fundar en la figura de la familia la búsqueda de cohesión social y el bien común, para evitar no solo las fricciones etnicas y religiosas sino primordialmente para construir una burocracia técnica altamente capacitada y estable que evite los fracasos en la provisión de bienestar que han desestabilizado incluso «a las avanzadas democracias occidentales» como refiere conspicuamente Koolhaas. Símbolo de este proyecto que se da por igual en el ámbito privado es la organización familiar Far East, la mayor desarrolladora urbana de Singapur, fundada en 1960 por inmigrantes chinos, que se autodenomina como una «empresa cristiana para hacer buenos negocios y hacer el bien en los negocios».
Las escalas de Singapur: tres círculos y siete siglos
Singapur no entrega mucha información en sus fotos satelitales. Una panorámica desde Henderson Hill aporta una visión sincrética o sintética de la maquinaria urbana, donde la superposición de partes se vuelve perceptible, como en una pintura de batalla de Cándido Lopez. Pero esta superposición de tamaños y funciones se magnifica desde el avión cuando hace su aproximación a la ciudad en el aterrizaje o despegue: centenares de barcos fondeados y en curso se divisan entre las nubes, el estrecho de Singapur y sus rutas. Esta imagen nos permite «medir» la ciudad con su entorno próximo y distante. Los barcos nos acercan a otros espacios, globales.
Singapur existe en la intersección de tres escalas
1) La ciudad como un mundo en sí misma, representada por el gran modelo en miniatura exhibido en el hall del edificio de la Urban Redevelopment Authority.
2) El archipiélago difuso que rodea la isla, donde se resuelven los problemas de la ciudad: residuos, potabilización y, en un futuro próximo, almacenamiento de energía.
3) La gran red interminable de ciudades, territorios y puertos distantes que están presentes en cada dimensión de la ciudad, representada por el estrecho de Malaca al norte y por el acceso al mar del sur de China al este.
En noviembre del 2003 el presidente chino Hu Jintao describió la situación de China como el «Dilema de Malaca» refiriéndose a la falta de alternativas y la extrema vulnerabilidad del país frente a un potencial bloqueo naval del estrecho por una fuerza enemiga. Este «dilema» fue el inicio de un ciclo de 20 años que dirigió el esfuerzo estratégico chino en desarrollar sus medios marítimos y fue una de las vigas maestras de la iniciativa Belt and road, nuevo camino de la seda.
El dilema es igual de crítico para Singapur: cuanto mayores sean las posibilidades de desarrollo de la histórica ruta terrestre, menor será el peso del estrecho. Si bien la región goza de una relativa estabilidad desde el fin de los conflictos en la península Indochina (Vietnam, Camboya) quizás estemos en el fin de ese ciclo pacífico. En la política china se habla de ciclos de tensión y distensión, donde un período de mayor liberalización (fang) es seguido por otro de control (shou). Esos periodos rondan los 10 años. Para Singapur, un país infinitamente más pequeño, los ciclos son paradójicamente más largos. Singapur adoptó los tiempos cortos de la democracia liberal. Según el propio Lee Kwan Yew «Los gobiernos van y vienen en las democracias, pero no podemos permitir que estas transiciones desestabilicen el progreso que hemos logrado. Por eso construimos un sistema que valora la planificación a largo plazo». Se trata de un pensamiento recursivo de grandes ciclos, que Lee Hsien Loong resume así:
Desde el fin de la guerra de Camboya en 1990 hemos tenido paz, inversiones y prosperidad. Pero si imaginamos 20-30 años para adelante, tendremos una región estable y segura, una región sin conflictos? Sabiendo que entre las grandes potencias las rivalidades se están generando en bifurcaciones económicas y tecnológicas que tienen impacto en nuestra región… ¿Estamos seguros que por los próximos 20 años no va a haber guerra?
El compromiso de Singapur como custodio de los estrechos y la red global de comercio marítimo y financiero es análogo al del problema de la vivienda familiar en relación con el Estado: administrar las mediaciones entre lo chico y lo grande. A su vez cada escala determina una temporalidad distinta. Los ciclos largos que utilizan los gobiernos abarcan siete siglos o veinte años. No son los mismos tiempos que presuponen los textos de Koolhaas y Gibson. Para un arquitecto como Imran Bin Tajudeen los ciclos temporales son vistos desde una perspectiva espacial, que es la de la isla y sus rivalidades y alianzas entre diferentes culturas y puertos: «Lo que impulsa el sueño del Singapur del siglo XXI no es diferente al del siglo XIV y a los que nos separan de él. Estos sueños están guiados por la habilidad de Singapur de conectar emporios y ciudades puerto del Mar de la China meridional y del océano Índico». No se trata de regresar en el tiempo, ni de negar la modernidad o la posmodernidad, todo lo contrario, se trata de un pensamiento recursivo, de ciclos de realimentación, cuyo encuadre es multiescalar.
Lo que impulsa el sueño del Singapur del siglo XXI no es diferente al del siglo XIV: conectar emporios y ciudades puerto del Mar de la China meridional y del océano Índico
Antes de la modernidad occidental, al menos desde el siglo X hasta el siglo XIV, Singapur se encontraba en el centro de un sistema de tres grandes círculos interconectados: el primer círculo incluye el mar arábigo y mar rojo; el segundo la costa Malabar de india, el golfo de Bengala y el estrecho de Malaca; y el tercer círculo contenía parte de este archipiélago malayo y el Mar del sur de la China. Escribe Janet Abu-Lughod que mucho antes de la llegada de los portugueses, en el siglo XIII, este sistema articulaba el comercio marítimo, los grandes desplazamientos culturales y los actores políticos más relevantes el encadenamiento y la mecánica de estos tres grandes círculos se desprendía del proceso climático estacional del Monzón.
Temasek era el nombre de un asentamiento en el sitio de la actual república de Singapur registrado en el siglo XIII en la literatura china, malaya y javanesa. Un pequeño punto de articulación que se encuentra en el medio de los tres círculos. Hoy por el Estrecho de Malaca transitan entre el 25% y el 30% del comercio marítimo mundial y el 15% del petróleo mundial. Singapur maneja aproximadamente el 20% del comercio global de contenedores, es el principal punto de transbordo en el sudeste asiático y el segundo centro financiero de Asia, después de Hong Kong,
Si la posición geográfica de Singapur es privilegiada, su dimensión estratégica en cambio siempre ha residido en la capacidad de mantener estable la mediación entre grandes espacios, poderes y flujos. Singapur es el punto de apalancamiento en la compleja relación entre Estados Unidos y China en el Sudeste asiatico.
Dos edificios, dos futuros
Si la globalización fue una fase de la historia signada por «el fin de la Historia», el antropoceno, la singularidad, etcétera, la post globalización se presenta como problema espacial, de articulación de tamaños y potencias, espacios cruzados por una trama de infraestructuras asimétricas y cadenas frágiles. La composición de mundos articulados en un sistema planetario ya no es el final de la historia sino el comienzo de una nueva fase de alta historicidad. En este sentido la arquitectura podría ser uno de los modos de este tiempo, una forma del pensamiento estratégico.
Dos edificios podrían indicar dos futuros posibles para Singapur. Por un lado tenemos el Marina Bay Sands con su SkyPark, la plataforma de 300 metros de largo y a 200 metros de altura inaugurado en 2010. Por otro lado tenemos el People 's Park terminado en 1973. El primero es la expresión del futurismo posmoderno deseado y temidos simultáneamente por los textos de de Gibson y de Tan; el segundo es la materialización más realista del movimiento arquitectónico metabolista que nace en Japón en los años 60 y que mueve la imaginación de Koolhaas.
Marina Bay Sands es un ícono: representa una forma de globalización del desarrollo urbano de la isla, financiado por Las Vegas Sands Corporation pero sujeto a la Singapore Land Authority (SLA), la autoridad pública que es la propietaria plena del terreno. Dice Ken Sen Ong que «cuando el desarrollo urbano está diseñado por las élites con un enfoque geopolítico, el juego local trasciende las fronteras nacionales y se convierte en un factor global. El modelo de desarrollo se adapta a dinámicas internacionales de poder, como el capital financiero global, el control de recursos y la concentración de poder político y económico».
People's Park es una torre de hormigón multiuso de 31 plantas, con apartamentos residenciales en las 25 plantas superiores y un enorme complejo comercial en las plantas inferiores conectado con el populoso barrio chino lindero, construido para relocalizar un mercado al aire libre en el lugar que se había incendiado en 1966. Prevé un futuro donde los edificios se interrelacionan y evolucionan juntos con el tiempo, es decir donde hay una relación orgánica entre lo público y lo privado. Está inspirado por la escuela arquitectónica metabolista japonesa que rechaza la concepción eurocéntrica de la arquitectura como una disciplina que produce edificios individuales, estáticos y duraderos.
En Singapur el metabolismo arquitectónico fue una crítica realista a la radical modernización de los modos de vida de la sociedad en un muy corto periodo de tiempo. El People´s Park no es una intervención utopica ni plantea un comienzo desde cero, sino una articulación entre la modernización implacable y la densa estructura urbana existente. Para Koolhaas representa la posibilidad de libidinizar el modernismo y proyectarlo al futuro. Una lectura menos estetizante y más estratégica es la que sostiene Mok Wei Wei, un discípulo de William Lim, el autor del edificio. Según Mok la ciudad puede estar enfrentando un futuro cercano menos pródigo y abierto que el de las últimas décadas de esplendor del neoliberalismo, lo que implicaría retomar los ciclos de producción de bienes espaciales colectivos. La relación de escala entre apartamentos de tamaño medio con pequeños comercios en los grandes zócalos y galerías comerciales podría constituir un modelo que permita un soporte a los ingresos y las pensiones familiares.
El futuro de Singapur podría cifrarse en una cierta antifragilidad: generar una economía local y de baja escala que funcione en paralelo con la economía globalizada de la ciudad y de así mediar progresivamente esas escalas para atenuar los saltos y hacerlos trabajar en conjunto.
«Los gobiernos van y vienen en las democracias, pero no podemos permitir que estas transiciones desestabilicen el progreso que hemos logrado»
